MITO 1:
El botox me hará perder naturalidad
Según nuestra experiencia, cuando se administra correctamente por un profesional, los tratamientos inyectables ofrecen un aspecto natural. Visita nuestra sección “resultados naturales” donde enumeramos los trucos que emplean los profesionales para lograr unos resultados naturales.
MITO 2:
Las toxinas botulínicas y los rellenos actúan de la misma forma.
El Bótox relaja la actividad muscular, con lo que se corrigen las arrugas de expresión producidas por la gesticulación.
El relleno más empleado es el Acido Hialurónico que es un componente natural de la piel completamente reabsorbible, su función es la retención de agua y la hidratación. Este producto tal y como su nombre indica, rellena las arrugas estáticas de la piel y mejora los surcos cutáneos.
MITO 3:
El Bótox es adictivo.
Físicamente no se puede ser adicto al Bótox, pero sí que es cierto que sus resultados son tan satisfactorios que la mayoría de nuestros pacientes, una vez que lo han probado, lo incorporan en su ritual de tratamiento de forma habitual.
MITO 4:
Una vez que deje de usar el Bótox estaré peor que principio.
Al contrario, al tratarse de un tratamiento que combate las arrugas de expresión, en ocasiones al pasar el efecto del bótox se ha producido una reeducación de la gesticulación (por ejemplo, se ha eliminado la costumbre de fruncir el ceño sin motivo) y se acentúan menos las arrugas que existían.
Sí que hay que tener en cuenta que el Bótox no detiene el proceso de envejecimiento, solo relaja la musculatura, con lo que si un paciente empieza a pincharse Bótox con 40 años y deja de usarlo a los 55, cuando deje de usarlo no tendrá el mismo aspecto que tenía con 40 años.
MITO 5:
El Bótox puede acumularse en el cuerpo a lo largo del tiempo.
El Bótox no permanece en el cuerpo con el tiempo, es más, su efecto es transitorio, dura aproximadamente 4 meses, después el propio cuerpo regenera la acción muscular de forma completamente natural.
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MITO 6:
El Bótox puede desplazarse a través del cuerpo y afectar zonas alejadas de la zona de la inyección.
Las toxinas botulínicas tienen una difusión muy localizada, y es responsabilidad del profesional inyectarlo en el musculo sobre el que queremos actuar y en las dosis y con las diluciones adecuadas.